Particular obra que relata con lujo de detalle, la euforia del maníaco, la tristeza del deprimido, la absurdidad del esquizofrénico, la idiotez del demente, dentro de un manicomio donde los psiquiatras tienen la dificultad de saber cuál es la personalidad real.

La trama se desarrolla en Buenos Aires, Argentina, donde la detective Alice Gould tiene que hacerse pasar por paranoica para internarse en el manicomio y descubrir al asesino del padre de su cliente. A medida que los doctores le van haciendo las debidas pruebas a Alice para determinar el grado de su locura, van descubriendo a toda una mujer de aspecto intelectual pero insufrible por su altivez; moralmente atareada por un complejo de superioridad; de sentimientos y formación socialmente despóticos; el típico modelo de una burguesía decadente y egoísta, muy capaz de eliminar a quienes estorben en sus planes. Así mismo, ella va explorando aquel lugar cercano a un infierno, museo de horrores, un álbum vivo de esperpentos, un gallinero de excentricidades, y que lentamente, progresivamente, el gran enigma de la locura se va abriendo paso en su interés y sensibilidad.
Los pobres locos, esos “renglones torcidos”, esos yerros, esas faltas de ortografía del Creador para Alice merecen ser servidos y protegidos, no importa el tiempo, la espera, la salvación, su libertad de aquel lugar, sólo interesa al final, estar con ellos para no enfrentar a su verdadero yo.

“Dios escribe derecho con renglones torcidos.”