¿Cuál es nuestro origen? ¿Qué destino nos espera?
Edmond Kirsch había sido uno de los primeros estudiantes de Robert Langdon en la Universidad de Harvard. Un “friqui” de los ordenadores, cuyo interés en los códigos lo había llevado a asistir a las clases del profesor, decide más adelante abandonar el mundo de la semiótica por el de la informática, para lograr con el tiempo convertirse en un prodigio de renombre mundial.
Científico informático, futurólogo, inventor y empresario multimillonario, había ingeniado una gran variedad de tecnologías avanzadas que suponían innovaciones trascendentales en campos tan diversos como la robótica, la neurociencia, la inteligencia artificial y la nanotecnología. Sus acertadas predicciones sobre futuros avances científicos habían creado a su alrededor un aura mística, tal como la que pretende revelar en esta ocasión con repercusiones devastadoras para casi todas las doctrinas religiosas establecidas.
«¿De dónde venimos?» «¿Adónde vamos?». Estas preguntas fundamentales sobre la existencia humana siempre han acompañado al hombre en su búsqueda incansable de conocimiento y entendimiento. Desgraciadamente, a causa de los dogmas religiosos, millones de personas creen conocer las respuestas a estas grandes preguntas y, como no todas las religiones las ofrecen, culturas enteras terminan declarándoles la guerra a otras para decidir cuáles son las correctas y qué versión de la historia de Dios es la verdadera.
Comenzar por el principio, y aún así no estar seguros de saber cuál es, puesto que existen dos escuelas de pensamiento sobre nuestro origen: la idea religiosa de que Dios nos creó completamente formados y el modelo darwiniano, según el cual surgimos del caldo primigenio y evolucionamos hasta convertirnos en seres humanos.
Dos lenguajes distintos, pero una misma historia, una que provocará una impresionante persecución por varios lugares históricos y arquitectónicos de España, algo por lo que Robert Langdon estará inmerso para encontrar y resolver el gran misterio, no sin antes, tener grandes dificultades y obstáculos para hacerlo. Porque la simple verdad no es apta para los más creyentes, y la manera de ser contada, puede no ser la más ortodoxa y los reales artífices pueden estar en la persona, lugar y elemento menos pensados.
"¿La idea de la vida existiendo por sí sola, sin la necesidad de un creador?"
"¿Los que acaban con Dios... deben convertirse en dioses?"
"¿Qué tanto influye la tecnología en la fe de la iglesia?"
"¿Hasta qué punto la ciencia podrá demostrar la no existencia de Dios?"
"¿La era de la religión está llegando a su fin?"
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