Primero había un rey; luego, cinco. Ahora, lo único que hay son cuervos que se pelean por el cadáver de Poniente.
Corren tiempos aciagos en Poniente, y después de las sangrientas batallas por el Trono de Hierro, los saqueadores llegan con los cuervos carroñeros para darse un festín de vencedores y vencidos, porque amigo o enemigo, a los cuervos les da igual.
Mientras Stannis Baratheon siga manteniendo sus fortalezas y resguardándose, otros reinos continúan resistiendo con lo poco que les ha dejado esta guerra, esperando que el tiempo se cobre las venganzas de padres e hijos muertos. La muerte merodea en todos lados, junto con las tramas, intrigas y traiciones, y ahora los Hijos del Hierro también se suman a la desgracia acechando como lobos por los mares en busca de riquezas, poder y gloria.
Una nueva ofensiva puede que empiece desde Dorne, aquel reino que resguarda la Casa Martell, para exigir justicia a los Lannister por su príncipe muerto Oberyn Martell en Desembarco del Rey, mientras cuentan con la ventaja de tener a Myrcella Baratheon bajo su protección, algo que puede ser una arma de doble filo para una guerra anunciada entre estas dos nobles familias.
Poderes antiguos despiertan, sombras se agitan, y aunque Daenerys Targaryen con sus dragones no se manifieste en esta ocasión, al igual que Jon Nieve en el Norte con la amenaza de los caminantes blancos, pronto se cernirá sobre todos una era de fenómenos y horrores, una era de dioses y héroes, pero ahora los cuervos graznan y se pelean por la carroña, mientras los pocos y valientes caballeros tratan de cumplir con sus juramentos de proteger a los que son más débiles que ellos o morir en el intento.
“En el juego de tronos, hasta las piezas más humildes pueden tener voluntad propia. A veces se niegan a ejecutar los movimientos que se habían planeado para ellas”.
“Lo peor no ha pasado. Lo peor no ha hecho más que empezar, y no hay final feliz”.
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