«Dicen que la guerra es miseria, pero no carece de encantos».
El Tratado de la Traición instauró los Juegos del Hambre como reparación tras la Victoria en la guerra: las vidas de los jóvenes de los distritos en compensación por las muertes de los jóvenes del Capitolio, un alto precio por la traición de los rebeldes de Panem. Y ahora, en su décima edición, con todo su poder y control, Coriolanus Snow de 18 años, debe demostrar que es digno de ser un respetable mentor, así como un prometedor artífice de unos significativos Juegos a futuro.
No basta el escarmiento, es necesario mantener la guerra viva en el recuerdo de los habitantes a través de los inocentes niños que compensan la falta de experiencia con idealismo, porque nada les parece imposible y la empatía que generan en los ciudadanos son la clave del éxito para este interminable deporte.
Coriolanus debe aprender en la marcha, que no todo lo tiene ganado, que el recibir un tributo sin posibilidades como insulto a su ego, puede ser un arma de doble filo, porque el espectáculo es lo que importa, y de un modo u otro, sus destinos estarán unidos sin remedio.
Esta precuela de la afamada saga de Los Juegos del Hambre, es una mirada ecuánime a un personaje orgulloso de su pasado que no aceptará con facilidad su precario presente, porque la obsesión de ganar, de ser siempre el mejor, marcando la diferencia con sus acciones, lo llevarán a estar entre el bien y el mal, con la incertidumbre constante de perder para siempre su endeble fama. Porque ser un Snow es “siempre caer de pie”, nunca mostrar debilidad, si es preciso eliminarla, porque el futuro espera para los vencedores, y el Capitolio será testigo de cómo nace y se crea un “presidente”.
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